Hola.
Mi ídolo es Matthew Bellamy, sí, sí, como para vos lo fue Jagger o Lennon, quizás Waters. Hasta los periodistas estarían muy contentos siendo estrellas de rock.
A veces me confundo y creo que voy a llegar a ser como Bolaño o como Pessoa, pero quién me quita el sueño...
Si lo pienso bien, me gustaría ser una persona que no piense. Un tonto. Me encantaría ser un tonto.
Pero qué lindo sería poder viajar por todo el mundo y tener plata y tomarme aviones cuando me lo permita el jefe.
Lo mejor hubiese sido el fracaso absoluto, anónimo. Pero quién te dice.
Esa tanguita en tu culo
Esa bala a un centímetro de la sien
Ese bandoneón furioso
Esa foto en la que ya nadie está vivo
Algo así tendría que ser.
Un cuarto de libra con doble queso
humeando en la bandeja
ante la mirada hambrienta de una gorda.
Soy de esos que no crecieron para creer en un credo.
Tengo la piel de gallina.
Kerouac, Kerouac.
Si me presento para qué, si no lo hago porqué no.
Quiero ir por primera vez a un estadio.
Quiero enterarme de que el Diego murió de sobredosis.
Quiero llorar pegado al televisor el brazo en alto argentino
el canto del brasilero
la bandera del inglés: al fin y al cabo no era dios
La presidenta dice que a pesar de que es mujer le encanta el fútbol.
Suar y Tinelli se dan un abrazo y se recuerdan al oído noches de pala con el diez.
La gente se quedó sin entradas para el velorio.
Lo creman y esparcen sus cenizas en el Azteca. Se las aspira el jardinero. Keith Richards no consiguió vuelo.
Lester Young o James Carter
Rachmaninnov o Wagner
Celine, Sartre, Camus
puf
no se con cuál quedarme
Menem, Moyano
Andino, Fantino
Pampita, la Alfano
ay
no se con cuál quedarme
o me libro a la silueta de la prosa y surfeo en la frase de un saxo tenor que dicta los compases de mi sangre de espuma
o me calzo los largos
la musculosa
basta de bop
lo que pega es el hip hop
caliente caliente
todo pasa por mi mente
tu culo está sabroso
chica, tú sabe que lo tengo poderoso
puaj
se puso pegajoso.
No encuentro el rumbo.
No lo busco.
humo y neblina: visibilidad cero
paro en la banquina
apago las balizas para no confundir a mi futuro asesino
me bajo del auto, que se pudra
los colectivos me dejan todos en la misma esquina
Empecé medicina para no tener que trabajar por lo menos por diez años
dejé cuando pensé que el esqueleto que analizábamos podía ser el de mi abuelo
Seguí derecho
en tercer año me di cuenta de que mi vida iba a ser un trámite
para algunos serás lo que seas o serás abogado, para mis profesores serás abogado o no serás nada.
Bueno, soy nada
ahora me dedico a meditar sobre la conveniencia de la letra mayúscula al comienzo de una frase. Y mientras divago en la cuestión siento la arcada del que por primera vez mete los brazos hasta el fondo en un contenedor de basura. Me corto las manos con los vidrios, me las embadurno con carozos de durazno y con la mierda de pañales abiertos, encuentro tres cartones, los ato a la bicicleta, huelo mis brazos, vomito. Llego a casa y me afeito y aparece una cara pesada que asoma los pómulos lineales hacia el vértigo del lavatorio. Me disfrazo con ropa caliente y salgo al centro. Un androide me da un panfleto. Antes de leerlo lo hago un bollo y camino varias cuadras hasta encontrar un tacho, conciente de que mi actitud no colabora en absoluto con el medio ambiente. Al final de la peatonal otro androide y otro panfleto, me pone mal no recibírselo, a éste lo leo: ¿vivís presionado? ¿no soportás el ritmo de vida actual?, también lo tiro, pero a la calle, para lograr el equilibrio.
Paso por una maternidad y lloro sobre mi
cordón umbilical.
Al lado de mi colegio me compro un jaimito.
En la plaza encuentro a mis amigos, se rascan la barba.
Ahora dejamos a nuestras mujeres. Reímos en la parrilla de la vuelta. Comemos
chinchulines.
Entro en el asilo de la esquina. La enfermera me introduce tres pastillas en la lengua y cierra mi mandíbula. Me duermo al instante en la tranquilidad de la agonía.
En la calle vaciaron los contenedores. Sólo queda la mezcla líquida del desecho. La vida es una sola y alcanza y sobra
el jaimito
después de todo
era sólo edulcorante.
Tomás Boasso