Esquirlas en sepia.
Correr con libertad
al toque de campana.
Una lastimadura en la rodilla
que llora
y un patio lívido.
Ya no.
La pierna duele
como el recuerdo
en cámara lenta.
En un rincón la crema
que la piel
rechaza.
Cristales rajados
sobre un libro.
La edad
un nudo que no se
desata.
jueves, 31 de enero de 2008
martes, 29 de enero de 2008
Sobre las estrellas de mar
Sobre las estrellas de mar
¡Insípidas estrellas de mar! ¿Quién lo hubiera pensado? ¿Acaso hay animal, si se puede decir que lo es, de tan poco valor? Sentir sin pensar. ¡Qué absurdo! Los sentimientos debilitan el espíritu del vitalismo humano. Ya de por sí que los animales no sean racionales y carezcan de alma causa una gran repulsión pero este… resulta que este ni rostro posee, ¡Ni rostro ni identidad! ¿Cómo puedo dirigirle la palabra a alguien (o “algo”) que no puedo mirar a los ojos? Al menos los insulsos gatos y perros tienen ojos y por momentos podemos simular que entablamos algún tipo de comunicación con ellos. Pero las estrellas, en cambio, ni siquiera nos rechazan ni huyen como los gatos, ni se chocan con los espejos como los perros. Ellas simplemente son indiferentes a nosotros. ¡Qué descaro! Como si esa constante capacidad de inexpresión dejara al descubierto una latente superioridad. Una actitud típica del vulgo y las clases inferiores: el sentirse un peldaño por encima del resto cuando la realidad muestra que son altamente mediocres.
¿Qué productividad puede tener una esponja? , ¿Qué puede dejar para la posteridad un inanimado equinodermo? ¿¿ Pueden trabajar?? ¡No!, ¿pueden generar electricidad? ¡No! ¿Pueden crear un Estado o Nación? ¡No!, ¿Orquestar una revolución? ¡No!, ¿Pueden hacer un gol en la última jugada de una final de Champions League jugando para el Manchester United contra Bayern Munich? ¡No! ¿Pueden componer una sinfonía, pintar un cuadro, escribir una poesía? ¡No! Ni siquiera blues tocan. Inclusive hay casos de perros que han llegado a cantar blues pero claro, éste no es el caso de estas estrellas que habitan libremente nuestros mares. Libres y sin trabajo, libres y sin compromiso, ¡libres y sin tener sexo!
Lo más triste es que no sólo no piensan sino que además ni siquiera sexo tienen. ¡Seres asexuales! Dios! ¿Puede haber un ser más aburrido?
Las estrellas sólo se regodean en su libertad, sienten fluir el agua sobre su peluda piel. Sólo pueden apreciar como cada gota de roza su cuerpo que se transporta constantemente de aquí para allá. Las estrellas se regocijan de sí mismas, de ser estrellas. No hablo claro está, de orgullo. El orgullo es una ridiculez típica del sentimiento de superioridad humano que por otro lado denota un interiorizado sentimiento de inseguridad e inferioridad: el hecho de sentirse más que el otro “¿Cómo rebajarme ante ese?” en realidad quiere decir “Si hablo con el otro pensará que soy débil o que está por sobre mi persona”. La comunicación nos avergüenza, nuestros sentimientos nos avergüenzan, el contacto con el otro nos avergüenza. Evitemos al otro. Destruyamos al otro. Imitémoslo sin reconocerlo. Evitemos cualquier tipo de contacto profundo. La profundidad es peligrosa. El peligro es algo que queremos evitar. Escribamos frases de una sola oración. Separemos todo para entender todo. Seamos redundantes. El hombre debe superar las pasiones para alcanzar el ansiado progreso. Las pasiones nos aprisionan. Expandir el miedo aprisiona nuestras pasiones. El temor es equilibrio. El equilibrio genera estabilidad. La estabilidad nos dará el progreso. El progreso es nuestro orgullo. El orgullo de ser humano y racional. El orgullo de no ser sólo instinto como el animal, de no dejarse llevar por los impulsos. Nos sentimos orgullosos pues, de no ser como la estrella de mar. Hay mucho libertinaje en la estrella de mar…
Libertad de estrella de mar. Belleza, se trata de belleza. ¡Cuánta belleza hay en las estrellas! No hay impuestos que pagar ni preocupaciones laborales. Las estrellas de mar pasan la mayor parte de su vida dejando huevos en las profundidades del mar, no tendrán hijos a los cuales torturarán con sentimientos de culpa y frustraciones propias. Los dejan allí, librados al azar. Condenados a regocijarse de sí mismos, sin miedo ni orgullo. Regocijo sin culpa ni condenaciones morales. Sólo regocijo. Sólo belleza y libertad.
La estrella de mar no tiene rostro ni ojos, no tiene garras, no tiene identidad. No se sirven de máscaras que cubran sus actos porque no hay razón alguna para sentir vergüenza. ¡Razón!, ¿Hay razón? ¡No!. No hay ni razón ni identidad ¿Posee algún rasgo de singularidad? Sí, lo posee. ¿Cómo es posible puesto que no tiene nada que la identifique? ¡Error! La identidad es para los sujetos y las estrellas no entienden de sujeto alguno. El sujeto es en realidad UNO y las identidades diferentes caras de ese UNO. La singularidad, en cambio, es lo particular y las estrellas son particulares. La belleza está en la particularidad y no en el sujeto. La belleza está en las estrellas y no en lo que esconden las máscaras.
¡Cuánto deseamos la belleza!, ¡Cuánto inventamos para llegar a ella!, ¡Cuánto la negamos al intentar hacerla nuestra! No la contemplemos, tengámosla. Esa es la lógica del humano. Pero así como contemplar no implica sólo un acto pasivo sino todo lo contrario, tenerla no implica ser participe de ella. La felicidad es siempre desplazada hacia el siguiente objeto de deseo. La felicidad no es deseo, es belleza. La belleza es eterna, la felicidad no. ¿Contradicción? Quizás….
Elijamos ya. ¿Lindo o feo?, ¿Bueno o malo?, ¿Divertido o aburrido?, ¿Razón o locura?, ¿Apolo o Dionisos?, ¿Y los matices? No, no podemos detenernos, sólo hay que elegir. Las estrellas son feas y malas, nosotros lindos y buenos. ¿Las estrellas de mar eligen?, ¿La belleza se elige?
¿Elegimos? Elijo no elegir….
Elijo detenerme, elijo el peligro….
Elijo la belleza….
¡Inclinémoslos pues, ante las estrellas de mar!
-Nosotros los Animales Racionales -
Daniel Basilio
13/01/08
¡Insípidas estrellas de mar! ¿Quién lo hubiera pensado? ¿Acaso hay animal, si se puede decir que lo es, de tan poco valor? Sentir sin pensar. ¡Qué absurdo! Los sentimientos debilitan el espíritu del vitalismo humano. Ya de por sí que los animales no sean racionales y carezcan de alma causa una gran repulsión pero este… resulta que este ni rostro posee, ¡Ni rostro ni identidad! ¿Cómo puedo dirigirle la palabra a alguien (o “algo”) que no puedo mirar a los ojos? Al menos los insulsos gatos y perros tienen ojos y por momentos podemos simular que entablamos algún tipo de comunicación con ellos. Pero las estrellas, en cambio, ni siquiera nos rechazan ni huyen como los gatos, ni se chocan con los espejos como los perros. Ellas simplemente son indiferentes a nosotros. ¡Qué descaro! Como si esa constante capacidad de inexpresión dejara al descubierto una latente superioridad. Una actitud típica del vulgo y las clases inferiores: el sentirse un peldaño por encima del resto cuando la realidad muestra que son altamente mediocres.
¿Qué productividad puede tener una esponja? , ¿Qué puede dejar para la posteridad un inanimado equinodermo? ¿¿ Pueden trabajar?? ¡No!, ¿pueden generar electricidad? ¡No! ¿Pueden crear un Estado o Nación? ¡No!, ¿Orquestar una revolución? ¡No!, ¿Pueden hacer un gol en la última jugada de una final de Champions League jugando para el Manchester United contra Bayern Munich? ¡No! ¿Pueden componer una sinfonía, pintar un cuadro, escribir una poesía? ¡No! Ni siquiera blues tocan. Inclusive hay casos de perros que han llegado a cantar blues pero claro, éste no es el caso de estas estrellas que habitan libremente nuestros mares. Libres y sin trabajo, libres y sin compromiso, ¡libres y sin tener sexo!
Lo más triste es que no sólo no piensan sino que además ni siquiera sexo tienen. ¡Seres asexuales! Dios! ¿Puede haber un ser más aburrido?
Las estrellas sólo se regodean en su libertad, sienten fluir el agua sobre su peluda piel. Sólo pueden apreciar como cada gota de roza su cuerpo que se transporta constantemente de aquí para allá. Las estrellas se regocijan de sí mismas, de ser estrellas. No hablo claro está, de orgullo. El orgullo es una ridiculez típica del sentimiento de superioridad humano que por otro lado denota un interiorizado sentimiento de inseguridad e inferioridad: el hecho de sentirse más que el otro “¿Cómo rebajarme ante ese?” en realidad quiere decir “Si hablo con el otro pensará que soy débil o que está por sobre mi persona”. La comunicación nos avergüenza, nuestros sentimientos nos avergüenzan, el contacto con el otro nos avergüenza. Evitemos al otro. Destruyamos al otro. Imitémoslo sin reconocerlo. Evitemos cualquier tipo de contacto profundo. La profundidad es peligrosa. El peligro es algo que queremos evitar. Escribamos frases de una sola oración. Separemos todo para entender todo. Seamos redundantes. El hombre debe superar las pasiones para alcanzar el ansiado progreso. Las pasiones nos aprisionan. Expandir el miedo aprisiona nuestras pasiones. El temor es equilibrio. El equilibrio genera estabilidad. La estabilidad nos dará el progreso. El progreso es nuestro orgullo. El orgullo de ser humano y racional. El orgullo de no ser sólo instinto como el animal, de no dejarse llevar por los impulsos. Nos sentimos orgullosos pues, de no ser como la estrella de mar. Hay mucho libertinaje en la estrella de mar…
Libertad de estrella de mar. Belleza, se trata de belleza. ¡Cuánta belleza hay en las estrellas! No hay impuestos que pagar ni preocupaciones laborales. Las estrellas de mar pasan la mayor parte de su vida dejando huevos en las profundidades del mar, no tendrán hijos a los cuales torturarán con sentimientos de culpa y frustraciones propias. Los dejan allí, librados al azar. Condenados a regocijarse de sí mismos, sin miedo ni orgullo. Regocijo sin culpa ni condenaciones morales. Sólo regocijo. Sólo belleza y libertad.
La estrella de mar no tiene rostro ni ojos, no tiene garras, no tiene identidad. No se sirven de máscaras que cubran sus actos porque no hay razón alguna para sentir vergüenza. ¡Razón!, ¿Hay razón? ¡No!. No hay ni razón ni identidad ¿Posee algún rasgo de singularidad? Sí, lo posee. ¿Cómo es posible puesto que no tiene nada que la identifique? ¡Error! La identidad es para los sujetos y las estrellas no entienden de sujeto alguno. El sujeto es en realidad UNO y las identidades diferentes caras de ese UNO. La singularidad, en cambio, es lo particular y las estrellas son particulares. La belleza está en la particularidad y no en el sujeto. La belleza está en las estrellas y no en lo que esconden las máscaras.
¡Cuánto deseamos la belleza!, ¡Cuánto inventamos para llegar a ella!, ¡Cuánto la negamos al intentar hacerla nuestra! No la contemplemos, tengámosla. Esa es la lógica del humano. Pero así como contemplar no implica sólo un acto pasivo sino todo lo contrario, tenerla no implica ser participe de ella. La felicidad es siempre desplazada hacia el siguiente objeto de deseo. La felicidad no es deseo, es belleza. La belleza es eterna, la felicidad no. ¿Contradicción? Quizás….
Elijamos ya. ¿Lindo o feo?, ¿Bueno o malo?, ¿Divertido o aburrido?, ¿Razón o locura?, ¿Apolo o Dionisos?, ¿Y los matices? No, no podemos detenernos, sólo hay que elegir. Las estrellas son feas y malas, nosotros lindos y buenos. ¿Las estrellas de mar eligen?, ¿La belleza se elige?
¿Elegimos? Elijo no elegir….
Elijo detenerme, elijo el peligro….
Elijo la belleza….
¡Inclinémoslos pues, ante las estrellas de mar!
-Nosotros los Animales Racionales -
Daniel Basilio
13/01/08
domingo, 27 de enero de 2008
Etapas Preoperativas según Piaget #2
viernes, 25 de enero de 2008
Alto, en la cruz de los recreos
Me dieron con palabras y con puños
en las canchas y en los patios
los niños, profesores y maestros.
Me dieron con los clavos en las manos
alto en la cruz de los recreos.
¿Por qué, sepultando mi nombre entre insultos,
atado al mástil,
dejaron mi cuerpo lacerarse al viento?
Porque alto en la cruz de los recreos
te dieron con la furia
de las casas sin jardín.
El pasillo
Fino entre paredes,
tejido por arañas,
revoque sin luz sobre blanca pintura:
el limbo adjunto a la casa.
Ahí, mutilación del color. Lejos,
vedado,
el jardín.
Algo
en el gesto de la raza
te corta en lágrimas.
No escupir, ni silbar,
pelear apenas, ganar, jamás.
Y sobre el hombro
el perro
también gemía.
miércoles, 9 de enero de 2008
FIN DE AÑO EN VOZ ALTA!!!
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