lunes, 14 de abril de 2008

Naranja



Naranja

Perseguía las huellas del destino sobre un camino desolado que cortaba la inmensidad del desierto. Estaba perdido en una tormenta de arena. Tan sólo tenía la certeza de que iba a llegar.
Encendió un cigarillo y comenzó a cantar la canción de cuna que su madre le susurraba al oído antes de dormir.
Miró por la ventanilla para encontrar la caída del gran astro. Sus delicados rayos comenzaban a replegarse sobre un manto negro.

El naranja lo cubría todo.

La flecha de la paz atravesó su corazón. Todas sus dudas se disiparon en el aire. Sentía que la magia comenzaba en aquel ínfimo punto en donde se funden la pluridad de realidades.
Flotando, se entregó por completo a la eternidad del momento.

De repente, una nube de humo negro comenzó a acechar al perfecto cuadro. Siguió desesperado su rastro, para encontrar el origen allí, donde nacen las montañas.

Fuego sobre el desierto.

No pudo descifrar que era lo que ardía. Tan sólo eran llamas voraces que bailaban al son de un ritmo frenético.

Hipnotizado, intentó aminorar la marcha. El fuego lo llamaba.

Pestañeo

Miro a su alrededor

Despertó del sueño

Sabía que no podía mirar atrás....

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