sábado, 27 de septiembre de 2008

Invitación

Amigos: Este lunes 29 leerán: Bárbara Arocena, Gabriel Baudo, Analía Lardone y Fernando Marquinez, nos acompañará con su música: Facundo Velez.

Los espero a todos como cada Lunes en Tercer Mundo.

Abrazos.
Ale.



martes, 9 de septiembre de 2008

el vidrio...

el vidrio
atraviesa el vidrio como una piedra
y queda del otro lado
del otro lado del vidrio
quieta
sin poder recuperarla
tu mirada
no se vuelve hacia mi
como antes
ya no
mi corazón erosionado
arena
que se esparce

LA VENTANA

Capaz podría haber tenido el tamaño suficiente como para ver su rostro o identificar su sonrisa entre las otras que paseaban por la casa. Lo veía jugar con sus autitos de carrera, con las rodillas en la alfombra, poniéndole sonido a tremendo tráfico de plástico, mientras los únicos choques sucedían en su cabeza, o en la mía. Una vuelta más, una hora más, jugá, dale, que mi tarde es mucho mas divertida desde que sumaste esos dos autitos nuevos, de los que te regaló tu tío el otro día, me acuerdo, seguro que vos no te acordás! Mis manos vacías jugaban a ser carretera y formaba caminos hacia tus juegos, en vez de vestir muñecas. Venite más cerca, dale que te veo. Asomada a la ventana milagrosa y sentirte cerquita... qué infancia más enamoradamente alienada tuve! No entendía tampoco el dolorcito dulce en mi estómago cuando todos los días a las cuatro en punto, te agachabas sobre el piso a mezclar ecos de rammm raaam, fiu fiuuuu, piiii piiiiiii, y yo era una peatona en Nueva York atravesando una de las avenidas más anchas y más ruidosas. Y la Ola está de Fiesta me gustaba, te contaba, hablándole a la pared. ¡Puedo bailar como Flavia! Y movía mi cintura regordeta frente al espejo, ensayando una y otra vez las coreografías. Entonces, me pintaba la boca por fuera con el lápiz rojo de mamá, y con los bordes mal delineados besaba el blanco bloque de cemento que nos separaba. Un beso, es porque te quiero, otro porque te quiero hasta el cielo. Te confesé tantas veces mi amor y te mantuviste tan indiferente a ello. No me escuchabas a pesar de haber exprimido mi voz para violar toda barrera material. ¿Acaso me viste llorando anoche contra la almohada? ¿Acaso tu ventana no tenía derecho ni revés? La soñé tanto... Esas aberturas amplias para conocerte mejor. Pero la única salida de cristal de mi casa daba a la calle, a una construcción abandonada y a la silla de la vecina de enfrente escuchando tangos en una radio destartalada. Venite más cerca, dale, pero descorré las cortinas!