lunes, 24 de marzo de 2008

H.I.J.O.

Conocí ayer a mi Madre, pero eran Muchas.
Soñé con ella, más tarde.
Era esta vez una sola, como suelen serlo las madres.

Me abrazó con la fuerza de la Osa Mayor.
Me habló de su insomne locura, apenas contenida en su modesta osamenta.
Me confió sus mayores osadías.
Me pidió perdón por su involuntaria ausencia.
Se despojó de su uniforme, para amamantarme.
Bebí el rubor de su leche, preñada de historia y de sangre.
Me juró, Nunca Más, nos separarían.
Prometió presentarme a mi padre,
el día que consientan bajarlo de Las Alturas
mis hermanos de lechesangre.


Juan Pablo Angelone

2 comentarios:

Agustín Roig Persig - (Tin Roig) dijo...

Juampi, me gustó este poema. Es distinto a otras cosas tuyas que leí, aunque el amor sigue presente, pero de otro modo. Es claro lo que cuenta y tiene algunas palabras e imágenes acertadas. El final, cuando habla del padre, no lo interpreté.


nos vemos



TIN!

Anónimo dijo...

Estimado.

Gracias por el elogio. Veamos un poco lo que te intriga.

Convengamos que andar explicando un
poema empequeñece un poco la -en este caso escasa- grandeza que el mismo pudiera tener. Pero también es cierto que uno no escribe para iniciados -no me llevo bien con la escritura que se pretende hermética- y que trato de llegar a la mayor cantidad de lectores posible. De allí que valga la pena atender tu planteo.

Concretamente, el final del poema es controversial, ya que ironizo contra la idealización -materialista histórico como soy- de los militantes armados de los ´70. Decir que mis hermanos de lechesangre -digamos, algunos militantes de los organismos de Derechos Humanos- mantienen a mi padre -es decir, a sus muertos y desaparecidos- en las alturas es decir que los ponen en el lugar de héroes épicos, cuasi-ángeles inmaculados, a veces incluso oscureciendo los objetivos políticos por los cuales luchaban, que eran bien terrenales. Extremos absurdos de esta idealización los encontramos en el culto a San Ernesto de la Higuera -es decir, transformar al Ché Guevara en un santo, olvidando que los marxistas leninistas como el Ché no creían ni creen en dioses ni seres sobrenaturales -lo bien que hacen, ejem- y que por consiguiente, dicha canonización debería resultarles incómoda, por no decir retrógrada.

En fin, desde mi lugar y con buena leche, critico de ese modo -espero-poético y no agresivo, las idealizaciones, sin descuidar que la mía es una discrepancia entre compañer@s y que crítica no es igual a condena.

Saludos afectuosos