miércoles, 5 de diciembre de 2007

El precio

Voy a tener el honor de inaugurar el blog. Espero que suban sus trabajos asi nos conocemos un poco más. Por mi parte, creo que la crítica (siempre hablando en terminos constructivos) es la mejor forma de aprender y seguir evolucionando.
Un abrazo, espero verlos pronto.
Lobo

EL PRECIO

Pic: Lokaotico
Txt: Leandro Wollschlejel


Era una tarde de noviembre como cualquier otra. El calor sofocante agotaba la fina paciencia. Los pájaros cantaban. Los enamorados jugaban a amarse. Los supermercados llenaban sus arcas de dinero vendiendo anticipos navideños. Las flores irradiaban su belleza inútil.
Belleza Inútil, tan inútil, que era indispensable.
Todo era normal. Como siempre es. Como siempre lo fue.
El semáforo. Un pintoresco paisaje urbano.
Un chico de no más de seis años le pedía moneditas al conductor de un lujoso auto importado. Él sin pensarlo le daría cincuenta centavos. Su día no podía ser mejor. Consiguió el contrato que tanto ansiaba. Iba a poder seguir comprando mas cosas que no necesitaba...
El cielo se componía de una armoniosa y compleja gama de colores: rojos, celestes, azules, anaranjados y grises.
Quizás los dioses aquel día jugaron a armar un collage de lo más absurdo para molestar a los humanos. Para que sintieran lo débiles y efímeros que eran. Para que se dieran cuenta el rol ínfimo que ocupaban en el universo. ¿Se habrían cansado de su egoísmo y altanería?
Quizás no.
Absurdo.
Un segundo en el vacío. Un quiebre. Un estruendoso ruido irrumpió la calma. Aquel aroma poético que sucede antes de las lluvias vestía a las calles.
“¡Que nostálgica que es la lluvia!, siempre la lluvia te hace recordar a alguien, a alguien que amaste mucho pero que hoy ya no está”, le decía entre dientes un taxista a su pasajero.
Siempre que paró, llovió.
El cielo se empezó a descomponer.
Los brillosos colores se transforman en grises y negros. El cielo, por un instante, se puso a tono con la ciudad. Los caballeros elegantes y prestigiosos se debieron haber sentido en ese instante inmortales.
“El cielo se puso a tono con mi corbata, mi pantalón, mi billetera, mi saco y mi corazón. ¿Qué más puedo pedir a la vida?”.
Pero aquel instante pasó. Uno más.
Y en un abrir y cerrar de ojos, el cielo comenzó a desmoronarse. Alguien había puesto una bomba en el cielo. Caían sus partes por todos lados. Sus trozos eran de todos los tamaños y sabores.
La gente azorada no entendía qué estaba pasando.
Si, el cielo se estaba cayendo. El cielo caía y nos lastimaba. Nos estaba destruyendo todas las cosas por las que siempre luchamos. Estaba desbaratando nuestros sueños, anhelos y esperanzas.
¿Por qué? ¿Qué habíamos hecho para merecer eso? ¿Era el precio que debíamos pagar?
Los siguientes quince minutos fueron caóticos. Todos corrían a buscar refugios. Algunos lo encontraban bajo los aleros de las casas. Otros estacionaban sus autos sobre las veredas esperando que los árboles les sirvieran de escudo. Otros, simplemente, ni se enteraron hasta que lo pasaron por la tele.
Luego, la claridad del sol iluminó con sus cálidos rayos los rostros de aquellos seres desgraciados. Se sentían furiosos, decepcionados, deprimidos, eufóricos….
Nadie podía creer lo que había sucedido.
Para algunos fue la historia más emocionante de su vida. Una historia perfecta con principio, nudo y final. Con muertos, heridos, daños materiales, acción, intriga, suspenso: ¡hasta se podría haber hecho una película para hollywood!.
¡Que idea brillante!
Tantas cosas suceden en una tarde cualquiera de noviembre….

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó el escrito, el doble sentido se deja leer (o es lo que me resonó), particularmente la siguiente frase : "Si, el cielo se estaba cayendo. El cielo caía y nos lastimaba"

Saludos

Anónimo dijo...

Lobo, como te dije por chat, este cuento me pareció muy logrado, es original y tiene buena imágenes.
un abrazo


T¡n!

Anónimo dijo...

Adhiero a los elogios. Muy buen manejo de la ironía y, pese a ser un cuento -al menos así dice T¡n!- también percibo mucho de poesía, sobre todo en la primera parte del texto, hasta el comentario del taxista. ¿Y qué tiene de malo que El precio sea un cuento poético o un poema narrativo, si así lo fuera, ehé?

El texto ideal para publicar en una revista. Lo bué si bré.

Saludos